Sr. Director de IDEAL: Somos una familia normal que nos gusta cumplir las normas que se dan para nuestro bien y el de los demás.
Con motivo de las restricciones que debemos cumplir en cuanto a agua electricidad, gas y demás energías, hemos procurado adaptar nuestras casas a regular el gasto de energía que tanto se nos pide en los medios de comunicación nuestra administración, advirtiéndonos del porvenir que nos espera si derrochamos la energía tan escasa y necesaria.
En un pasillo largo que tenía diez luces hemos puesto sólo una lámpara con una bombilla de bajo costo y en las demás lámparas de la casa hemos puesto también de esas bombillas que nos cuestan un dinero curioso. Arreglamos el grifo que gotea, guisamos en ollas rápidas para encender la vitro el menor tiempo posible. Hemos prescindido de estufas eléctricas durante las frías mañanas y esperamos con paciencia a que se encienda la calefacción central a las tantas. Hemos sustituido algunos electrodomésticos por otros clase A que ahorran energía y agua. En fin que nos sacrificamos en aras del ahorro de esa energía que tanto significa.
Pues el otro día me quedé estupefacta al ver encendidas las luces de Navidad a muy primeros de diciembre. ¿Cuántas bombillas componen las luces de todas las calles? Y no sólo que son muchas, sino que yo que me acuesto tarde las veo encendidas a las dos de la madrugada, sin un alma por las calles que puedan disfrutarlas.
Es maravilloso que en estas fiestas nuestro Ayuntamiento nos obsequie con iluminaciones extra que los vecinos agradecemos de todo corazón, pero, ¿es necesario tenerlas encendidas desde primero de diciembre?, ¿sería suficiente iluminar las calles por ejemplo hacia el 15 que está a 10 días de la Navidad? ¿Cuánto ahorro significaría esta sencilla medida?
La Administración que tanto nos insta a ahorrar, incluso subiendo los precios de agua, gas, electricidad etc. Para disuadirnos de gastar más de la cuenta, no da ejemplo de austeridad y los que nos sacrificamos para ahorrar pensamos que nos han fallado y estamos llenos de desencanto.
Con motivo de las restricciones que debemos cumplir en cuanto a agua electricidad, gas y demás energías, hemos procurado adaptar nuestras casas a regular el gasto de energía que tanto se nos pide en los medios de comunicación nuestra administración, advirtiéndonos del porvenir que nos espera si derrochamos la energía tan escasa y necesaria.
En un pasillo largo que tenía diez luces hemos puesto sólo una lámpara con una bombilla de bajo costo y en las demás lámparas de la casa hemos puesto también de esas bombillas que nos cuestan un dinero curioso. Arreglamos el grifo que gotea, guisamos en ollas rápidas para encender la vitro el menor tiempo posible. Hemos prescindido de estufas eléctricas durante las frías mañanas y esperamos con paciencia a que se encienda la calefacción central a las tantas. Hemos sustituido algunos electrodomésticos por otros clase A que ahorran energía y agua. En fin que nos sacrificamos en aras del ahorro de esa energía que tanto significa.
Pues el otro día me quedé estupefacta al ver encendidas las luces de Navidad a muy primeros de diciembre. ¿Cuántas bombillas componen las luces de todas las calles? Y no sólo que son muchas, sino que yo que me acuesto tarde las veo encendidas a las dos de la madrugada, sin un alma por las calles que puedan disfrutarlas.
Es maravilloso que en estas fiestas nuestro Ayuntamiento nos obsequie con iluminaciones extra que los vecinos agradecemos de todo corazón, pero, ¿es necesario tenerlas encendidas desde primero de diciembre?, ¿sería suficiente iluminar las calles por ejemplo hacia el 15 que está a 10 días de la Navidad? ¿Cuánto ahorro significaría esta sencilla medida?
La Administración que tanto nos insta a ahorrar, incluso subiendo los precios de agua, gas, electricidad etc. Para disuadirnos de gastar más de la cuenta, no da ejemplo de austeridad y los que nos sacrificamos para ahorrar pensamos que nos han fallado y estamos llenos de desencanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario