09 noviembre 2008

Confidencias del fin de semana

Varias cosas podemos señalar de este fin de semana, después de la triste alegría de asistir el sábado por la mañana a la concentración en defensa del patrimonio de todos los valencianos ante la destrucción de la Casa de la Palmera en el Cabanyal (no deja de ser una pieza del puzzle de la gran destrucción que pretende el gobierno municipal de Rita Barberá), donde la alegría de ver tanta gente a favor de la defensa del patrimonio valenciano, nos hizo olvidar de la infinita tristeza que produce como los “bárbaros” siguen destruyendo poco a poco el Cabanyal, con el silencio cómplice de la mayoría de los valencianos.


Podemos señalar el eterno conflicto en el PSPV; o el gran poder que tiene Fabra en el PPCV.

Me preguntaban como se les ocurre construir una gran pista de esquí en el barrio de Malilla, yo siempre he dicho que había mercado de sobra en los tres millones de personas que habitan en nuestro zona metropolitana, este fin de semana se ha visto con el pequeño tobogán de hielo que se ha montado en el cauce del río, siempre ha tenido largas colas. De risa o de cachondeo ver Canal Nou apoyando a todas horas en sus telediarios la propuesta de que se nombre como patrimonio universal el que dicen es el cáliz de la última cena de Jesucristo (mi mujer me llegó a decir si estaba viendo un programa de humor, pero efectivamente era el telediario). De todas formas me encanta que junto a la Copa del América mejor del mundo, la Fórmula I mejor del mundo, ahora tengamos el santo cáliz mejor del mundo, y es que los valencianos somos lo mejor del mundo.

Lo mejor sin embargo del telediario fue cuando se criticó a Zapatero por la crisis en la Comunidad, pero luego se habló de lo maravillosa que va la economía valenciana a pesar de la coyuntura mundial, hablaban entre otras cosas de la gran producción naranjera que hará aumentar nuestras exportaciones (che que bons som el valencians).

De risa también la crisis en la Plaza Doctor Pinazo y alrededores en sábado por la tarde, sin estar en rebajas, no cabía un alfiler ni en las calles ni en los comercios. Y todo el mundo con su bolsa en la mano.