14 mayo 2007

La procesión de los domingos

Todos los domingos las colas para entrar en Valencia por la autovía del Mediterráneo llegan hasta pasado Puzol, a veinte kilómetros de Valencia. Las causas, varias.
- Demasiados vehículos para dos miseros carriles
- Obras en la entrada de Valencia. Los humanos son egoístas e irracionales y colapsan los cruces. Sólo con la policía local se flexibiliza un poco el tráfico, y eso, cuando no están dentro de los coches pasando por completo del tráfico
- Valencia crece para los turistas y se hunde para los valencianos que regresan todos los fines de semana de pasar la fiesta fuera en sus casas en el interior.

Soluciones, una, inversiones, mucho dinero para el turismo y poco para los valencianos, a la altura de Port Saplaya debería haber tres salidas, una la que existe, otra hacia los poblados marítimos y el puerto, y otra hacia Alboraya y Valencia norte. Y no hay que destrozar nada, se pueden hacer perfectamente túneles de conexión con vías ya existentes.
Pero claro, no interesa, el turismo que interesa viene en yates y aviones y no se pasa miles de horas en tapones de tráfico.
Me consta que estos mismos tapones de tráfico se dan en otras entradas de Valencia. Hay se demuestra el fracaso de los últimos gobiernos en Valencia.
Postdata: yo no quiero que Valencia sea como Madrid y Barcelona, yo quiero una Valencia tranquila, donde no se necesiten horas para cruzarla o para entrar y salir de ella. Eso es calidad de vida, lo demás son tonterías.

La Jorobadita

Ayer nuevamente se celebró en Valencia una fiesta tradición "inmemorial", que consiste en trasladar una escultura que dicen que representa a una de las cientos de miles de madres de Jesucristo, llamada La Geperudeta, en castellano la Jorobadita.
En esta tradición la gente que llena por completo la plaza de la virgen, trata de llegar a la escultura para poder tocarla. Incluso bebes pasan por encima de las cabezas de los presentes empujados por la masa para poder tocar a su diosa.
Es una tradición que en principio no hace daño a nadie, lo único es que luego nos escandalizamos con otros pueblos con sus tradiciones, siempre viendo la locura de los demás sin pensar en la nuestra propia. Eso mismo lo hacen los musulmanes con un mártir islámico y nos parece que son un pueblo atrasadísmo, o lo hacer los budistas con un diente de Buda y pensamos lo mal que vive esa gente, o unos subnormales tiran una cabra desde el campanario y decimos eso, que son unos subnormales.
En fin, son cosas de las tradiciones, ilógicas sin duda, irracionales y muy populistas. En ella una parte de políticos se ponen las botas entre las masas, y otros políticos son repudiados e insultados. La doble moral cristiana, lo suyo es muy respetable, pero no pueden respetar a los que piensan diferente. Ahora yo digo, ¿qué demonios hacia Carmen Alborch en ese acto? (no se si la candidata será más cristiana que la mayoría de los que estaban en la plaza). Si ya se que no es un acto cristiano, de hecho todos los que acudieron a ese acto luego no se fueron a las misiones, incluso menos, puede que luego en sus casas siguieran insultando a los que piensan diferente a ellos, pero simplemente es un acto populista, en el que Carmen Alborch no sacó ni un solo voto.
Ellos se lo guisan, ellos se lo coman. Venga, dentro de otros doce meses volverá a pasar lo mismo y la gente se podrá redimir de los pecados del año anterior.

Por su casualidad transcribo carta al director del País 30-05-2007

Fanatismo e inocencia infantil

Cayetano von Kobbe Alonso - Tres Cantos, Madrid - 30/05/2007

Tanto que se habla y se critica últimamente el fanatismo religioso en otros países (y hasta dónde puede llegar), y el otro día me quedé estupefacto viendo las imágenes de El Rocío en TVE, y el tremendo fanatismo que lo rodea.

Sin embargo, si todo quedara en eso, en ver a gente adulta pisarse, empujarse y abalanzarse sobre un icono, pues bueno, no dejaría de ser un acto tumultuoso más. Pero lo que me llenó de indignación fue ver a los niños, a los bebés, de mano en mano, hasta hacerles tocar el icono en cuestión. Algunos estuvieron a punto de caer, y desde luego no vi a ninguno reír y, lo más importante, entender qué es lo que estaba pasando. Un niño es inocente, y eso es lo más bonito, es ajeno (o debiera estarlo) de los fanatismos de los adultos. Un padre no debería permitir poner en un mínimo riesgo la integridad física de su hijo, y menos por el hecho de que toque a un icono religioso... ¿Se debería considerar este hecho malos tratos? ¿No deberían prohibir que los bebés y/o niños de 2-3 años sean paseados de mano en mano, mientras se caen y se les coge de cualquier parte? (las imágenes son tremendas).

Esto es fanatismo, fanatismo religioso, y todos sabemos a lo que puede conducir y que tanto criticamos de otros países. Me pone los pelos de punta como adulto y como padre, ver a los niños muy pequeños, sufriendo, llorando, de mano en mano, encima de una muchedumbre extasiada y loca, con riesgo de su vida. Realmente no lo entiendo y ni lo quiero entender, simplemente es una locura.