05 mayo 2008

Seis activistas antitaurinos saltan al ruedo de las Ventas para manifestar su desacuerdo

Estas personas si que son valientes, no los toreros, reconozco que yo hubiera sido incapaz de enfrentarme a una jauría de hombres inhumanos como se enfrentaron estos seis valientes activistas contrarios a la muerte de los toros en nombre de la fiesta. Las fuerzas de seguridad debería haber expulsado a todos los seguidores de la matanza festiva en lugar de expulsar a los seis antitaurinos. Basta ya de matanzas en nombre de una supuesta mayoría que no hace daño a nadie, que se lo pregunten a los toros. Las supuestas mayorías que utilizan la tortura no tienen la razón por mucha mayoría que sean. Como no tenían razón los inquisidores, o los negreros, o los nazis.... por mucho que tuvieran la mayoría en sus respectivas épocas.





Y a los que dicen que sin las corridas de toros el toro bravo desaparecería yo les diría, ¿y qué?. Más vale que desaparezcan que se creíen para luego ser torturados, de todas formas siempre existirán toros para que exista la ganadería vacuna, es como si se defendierán los gallos de pelea, cuando los gallos siempre serán necesarios. Que se extingan los toros de lidia, los gallos de pelea, o los perros agresivos no es ninguna pérdida para el mundo, y hace poco tiempo era lo más normal del mundo ver peleas de perros o de gallos (que curioso que hoy sea cosa de gitanos y de gente malvada).
Tengo muy claro que estar en contra de la tortura festiva no es una cuestión de derechas o izquierdas, sino una cuestión de seres humanos y de miserables, y miserables los pueden haber en todos los ámbitos políticos existentes.
Divertir a la masa con sangre es sadismo, incultura...., divertir a la masa con cristianos devorados por leones es sadismo, quemar a "brujas" en las hogueras inquisitoriales para regocijo de las masas es sadismo, torturar a animales por razones de cultura y fiesta es también sadismo.
Que tradición más repugnante, que tradicionalistas más repugnantes.

"Es preciso estar mentalmente enfermo o ser el lógico engendro de una ignorancia tenebrosa para disfrutar con la práctica de la crueldad, pero utilizar el instrumento de la retórica para que esa práctica perdure, convertida en un derecho humano, es el acto demoníaco por excelencia". Jorge Ross en su libro La hora de los Jueces

Les dedico este artículo de Manuel Vicent:
Muchos admiradores de Joaquín Sabina y de Joan Manuel Serrat quedaron pasmados al verlos una tarde sentados en una barrera de la plaza de toros de Barcelona durante una corrida. En esta vida hay cosas que no encajan por muchas vueltas que les des. Uno puede imaginar a Serrat aplaudiendo a Pau Gasol o a Rafa Nadal y oír a continuación Paraules d'amor sin que se te rompa ningún esquema. Pero la profunda sensibilidad de esa canción está a mil años luz de un puyazo que hace correr la sangre del toro hasta la pezuña. A Serrat se le puede perdonar esta caída, dado el amor que se le tiene, siempre que sea por una vez y no más. Tampoco Sabina tiene el diseño taurino necesario para hacernos creer que le gusta más el toro en la plaza que en el estofado. Las corridas se dan a pleno sol y con moscas; en cambio, el enorme talento de Sabina es urbano y nocturno. Sus admiradores le verían mejor de madrugada acodado en la barra de un bar frente a una copa, con un cigarrillo en los labios; nunca con gafas negras, un puro en la boca y los antebrazos en la maroma del callejón. ¿Pero, qué diablos hacían estos dos pájaros en una corrida? A esa hora Sabina debería estar durmiendo, como siempre, para tener la noche fresca a su antojo, y Serrat en aquel momento, tal vez, se rascaba mucho porque le picaba todo. La estética de este país está cada día más alejada de esa fiesta. No creo que un torero pueda ser ya un héroe para un español moderno. Pese a la marea de puyazos, mugidos, estocadas, sangre y descabellos que se nos viene encima, ese mundo pertenece al pasado. La inmensa mayoría de los jóvenes españoles, aunque no sean deportistas, prefiere mil veces un enceste de Gasol que ver a un toro vomitando sangre o les emociona más un revés fulgurante de Nadal que contemplar cómo el torero levanta del rabo a la res caída en la arena. Una amiga argentina me llamó muy acongojada por teléfono para decirme que, haciendo zapping, había visto por un canal internacional a Serrat y a Sabina en una corrida de toros aplaudiendo. Le juré por mi honor que no eran ellos. Al final conseguí que se calmara. Después de insistir mucho la convencí de que había sido una pesadilla.

No hay comentarios: