Lo dice mi testamento vital, lo digo aquí, no quiero ningún cura tomando decisiones en mi vida, no quiero ningún cura revoloteando en mi vida. Así de drástico, quien quiera poner a un cura en su vida, que lo ponga, a mi no me importa, pero yo no quiero que ningún cura se inmiscuya en mi vida de ninguna manera, ni en mi lecho de muerte, ni en mi enfermedad. No los quiero ver ni en pintura. Ojo, ni un cura de la iglesia católica ni de la musulmana, ni de la cienciología, ni de los mormones, ni de cualquier creencia que intente imponer sus ideas por una cuestión de fe.
A mi me parece muy bien que haya gente que crea en un hombre que nació de la relación de una mujer con una paloma, como me parece muy bien que haya gente que crea en la existencia de un spaghetti volador. Pero que ningún religioso intente venderme sus productos, no los quiero, yo ya los tengo y no intento vendérselos a ellos.
Así que en la sanidad madrileña exista un comité de ética que tenga miembros de una religión, me parece la cosa más tonta del mundo. Puestos a ello, debería existir un miembro de cada religión existente en España, con lo que el comité seguramente estaría formado por cuarenta millones de personas.
No quiero que alguien que piense que le mujer tiene que parir con dolor siguiendo la ley divina explicada en el libro ese que llaman la biblia participe en mi muerte.
Actualización 25-04-2008, como dice Enrique Meneses, Yo objeto: ¡Si aparece un cura disparo!
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