Querido administrador del dinero público:
He leído en la prensa como dices "rotundamente" que no se está retrasando el proyecto de destrucción del Cabanyal. Parece ser que diez años de proyecto, teniendo mayoría absoluta y teniendo a los jueces lanzando sentencias a favor del Ayuntamiento y teniendo todo el dinero de la maravillosa y depurada economía valenciana, no es retraso para ustedes (tal vez lo que pase es que no tengan un duro en las arcas municipales para gastarse, y quieran tirar a los vecinos poco a poco mediante la degradación del barrio sin tener que gastarse nada).
Si no hay retraso pues, que se lo digan a los vecinos del Cabanyal, que se lo digan a todos los valencianos que van a las playas, que se lo digan a los cientos de millones de turistas que han llegado gracias a la Copa del América y la Fórmula I.
No nos equivoquemos, si este retraso, si este FRACASO, fuera por culpa del gobierno de Zapatero, hace muchos años que hubieran pedido su dimisión por ineptitud, por dejadez y por mala leche contra los cabanyaleros.
Sólo les queda una solución honrosa, decir que se han equivocado y que tiran atrás el proyecto. Y a continuación verter parte de los grandes beneficios que tiene la administración de Camps gracias a su grandiosa política, para reinvertir lo destrozado y para poder llenar de vida a nuestro barrio.
O por lo menos dimitan de una vez y dejen a políticos mejor cualificados que intenten hacer las cosas mejor que ustedes.
En cuanto a que la asociación de vecinos y la plataforma Salvem el Cabanyal es lo mismo, quiero decirle que ni por asomo. Sólo tiene que venir a una de las reuniones de la Plataforma, ya que son libres y puede acudir cualquiera, y acudir a la asociación de vecinos. Esta claro que el objetivo de ambas es la rehabilitación del barrio, algo que por otra parte es obvio. De igual forma que aunque tengan un objetivo común, no estén afiliados ni a Unión Valenciana, ni al PSPV, ni al Bloc, ni a Izquierda Unida...
Saludos señor Grau, y dimita hombre, dimita por el bien del Cabanyal.
1 comentario:
En el fondo, y disculpe la intromisión en su casa, es la sublimación de una vieja estrategia militar: el sitio. Sólo que en vez de catapultas que arrojan muertos al interior de la plaza, el hostigamiento es por omisión. Se trata de convertir en el cabanyal en un desierto, permitir - cuando no alentar - el narcotráfico, bendecir la inseguridad, sacralizar la ausencia de los más elementales servicios urbanos y tranquilamente esperar que los sitiados se arrojen a los brazos del enemigo y lo saluden como salvador del infierno que él mismo ha creado. Tan sencillo. Tan repugnante.
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