Desde los años de la transición estamos cansados de oír la repetitiva cantinela del “España se rompe” pregonado por la derecha añorante del fascismo. Después de las pitadas al himno y al rey (me la traen floja los himnos y los reyes, como me la traen floja los nacionalismos periféricos como algunos los llaman) han vuelto a salir las voces tremebundas que de tan extremas se juntan con los extremistas “pitantes” (todos los nacionalismos son iguales).
Sólo tengo que decir que si España se rompe es por el odio visceral entre el PP y los demás. Si no hay que dar una vuelta por España y ver como socialistas y populares gobiernan en Catalunya, Euskadi y Galicia, nada más lejos de que España se vaya a romper por culpa de los “nacionalismos periféricos”.
De todas formas no seré yo quien defienda a los que pitaron. Pitar un himno no creo que sea defender lo propio, sino echar piedras sobre el propio tejado, y si no, ¿qué les parecería que se pitarán los himnos vasco o catalán?
Por lo tanto no nos debemos rasgar las vestiduras por la pitada a un himno, tal vez nos deberíamos felicitar del grado de libertad que tenemos actualmente.
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